sábado, 30 de junio de 2012

¡Primer reto superado!


¿Os acordáis del reto que Laky, de Libros que hay que leer, creó a principios de este año? Un reto al que me apunté, porque defender lo escrito en nuestra lengua siempre me parece una iniciativa estupenda. Y es que el reto de Laky consistía en leer, durante el 2012, 25 libros escritos en español (se incluyen, por tanto, los escritores hispanos).

Todavía os podéis apuntar. Y, al final del año, para premiar a los que hayan cumplido el reto, sorteará un libro entre todos los participantes (siempre que hayan reseñado los 25 libros). Para optar al premio, hay que cumplir una serie de requisitos que podéis ver si pincháis aquí.

Y aquí está mi primer reto conseguido. Ya están en la entrada que hice en su momento anunciando el reto todos los libros con los links a sus respectivas reseñas. Pero si no queréis buscar, vuelvo a dejar los libros también aquí:

1. El visitante maligno, de Fernando Sobenes
2. Historias de una gaviota, de Cristina Caviedes
3. Obsesión de Antonio Lagares
4. El alfabeto de los pájaros de Nuria Barrios
5. La arena del reloj de Mayte Esteban.
6. Abel Sánchez de Miguel de Unamuno.
7. El eterno olvido de Enrique Osuna.
8. La sombra de las horas de Luis Miguel Morales
9. El puerto del nuevo mundo de X.R. Trigo
10. Tengo una pistola de Enrique Rubio
11. El ladrón de compresas de Sergio G. Ros
12. El Oasis maldito de Francisco J. Sánchez Lizón
13. Una sombra en Pekín de José Ángel Cilleruelo
14. Noche y niebla de Juan Andrés Moya Montañez
15. El bolígrafo de gel verde de Eloy Moreno
17. La tía Tula de Unamuno
18. El secreto sumergido de Cristián Perfumo
19. El acontecimiento de Javier Giménez
20. Ellas también viven de Pilar Muñoz
21. Tiempo de arena de Inma Chacón
22. El oráculo de los peces de Ángeles García
23. White Creek Manor de A. Victoria Vázquez
24. La ciudad de los ojos grises de Félix G. Modroño
25. Bécquer eterno de Carmen Ferreiro Esteban



Cristina Caviedes quiere empezar de nuevo


Cristina  quiere empezar una etapa nueva en su vida literaria y desvincularse de la editorial con la que ha estado trabajando hasta ahora para poder partir así de cero.

Para conseguirlo, pone a la venta los últimos ejemplares de sus libros Jugando con fuego e Historias de una gaviota. Y los pone a unos precios irresistibles. Si quieres un ejemplar, 6 euros. Si quieres los dos, 10 euros. Y los gastos de correos (si es en España) ya están incluidos.

Los libros llegarán dedicados al nombre que pidáis. Sólo habrá que mandar un mail a esta dirección que ha abierto Cristina únicamente para esto: historiasdeunagaviota@gmail.com


Quedan poquitos ejemplares, así que si os interesa, no perdáis el tiempo. Que luego no se publicarán más.
Pasad por su entrada, donde está todo mejor explicado.

¡Mucha suerte y muchos ánimos Cristina en esta nueva etapa!


jueves, 28 de junio de 2012

El Monte de las Ánimas de Gustavo Adolfo Bécquer



La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.
     Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
     Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche.
     Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

I

     -Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
     -¡Tan pronto!
     -A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
     -¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
     -No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
     Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.
     Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:
     -Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.
     Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.
     Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.
     Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.
     La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.

II

     Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.
     Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.
     Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
     Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.
     -Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío.
     Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
     -Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?
     -No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.
     El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
     -Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
     Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.
     Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.
     Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:
     -Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
     -¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
     -¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
     -Sí.
     -Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
     -¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
     -No sé.... en el monte acaso.
     -¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en el Monte de las Ánimas!
     Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:
     -Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir del peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche... esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
     Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores:
     -¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!
     Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:
     -Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto.
     -¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.
     A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último.
     Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.

III

     Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
     -¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen.
     Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
     Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
     -Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente.
     Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
     Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
     Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
     -¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?
     Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.
     El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
     Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.
     Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!

IV

     Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.


(Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer)
 

Bécquer eterno de Carmen Ferreiro-Esteban

Más reseñas pinchando en la imagen

Les presento a Becquer.
Es guapo, culto,
y va a conseguirme el contrato que siempre he soñado.
Sí ya sé que es inmortal y vive de sangre humana.
Pero eso ¿qué importa?
Mi relación con él es estrictamente de negocios.
O eso pensaba.
Hasta que Bécquer fue amenazado de muerte,
y descubrí que no podía dejarlo:
porque puso en peligro su vida para proteger a mi hijo,
porque soy la única persona que lo puede salvar ahora,
porque quizás le amo.
Bienvenidos al mundo de Becquer.
Entren, por favor. Les está esperando.
 




Empecé esta lectura con ganas. Aún no había leído ninguna de las reseñas así que no sabía qué me iba a encontrar. Pero si me había hecho una idea. Y es que con sólo tener el nombre de Bécquer en su título, una ya se hacía sus historias. Unas historias que no he encontrado en ningún momento en el libro.

Me atraía ver a Bécquer como protagonista, pero verlo convertido en esta especie de vampiro... Me ha descolocado totalmente. Y si encima para ser inmortal, sacrifica lo que realmente le hace único y eterno, que es su talento literario... Pues ahí ya me encontré sin mi Bécquer. Ahí me encontré con otro personaje más de una novela paranormal más. No queda nada del escritor. Y lo mismo sucede con el personaje de Lorca. Así que para seguir leyendo esta novela, intenté imaginar que no eran nuestros dos grandes escritores sus protagonistas. Que simplemente era una coincidencia de nombres. Y en ese momento pude disfrutar la novela un poquito más. 

Aunque sólo un poquito, porque tampoco logré simpatizar con la protagonista, con Carla. Y es que su personaje está poco desarrollado. Nos lo presenta de forma apresurada. La hace pensar de forma apresurada y la hace actuar también de forma apresurada. Parece la autora tener prisa a la hora de contar la historia, ya que desde las primeras páginas nos pone en situación y a partir de ese momento es un no parar. No hay un desarrollo de los personajes, ni de la trama... Todo sucede de forma atropellada y a veces con poca coherencia. Porque hasta la propia historia de amor es difícil de creer. 

Lo mejor: El personaje que sale al final, el malvado de esta historia. No podía haber elegido la autora mejor personaje para encarnarlo. Y otro aspecto positivo de la novela es su lenguaje, fluido y sencillo. Es una novela muy dinámica, que hace que leas el libro rápidamente. Una pena que no haya acertado en la elección de los personajes y que no haya perfilado mejor esta historia.

martes, 26 de junio de 2012

El Ejército Furioso de Fred Vargas

El infalible comisario Adamsberg tendrá que enfrentarse a una terrorífica leyenda medieval normanda, la del Ejército Furioso: una horda de caballeros muertos vivientes que recorren los bosques tomándose la justicia por su mano... Una señora menuda, procedente de Normandía, espera a Adamsberg en la acera. No están citados, pero ella no quiere hablar con nadie más que con él. Una noche su hija vio al Ejército Furioso. Asesinos, ladrones, todos aquellos que no tienen la conciencia tranquila se sienten amenazados. Esta vieja leyenda será la señal de partida para una serie de asesinatos que se van a producir. Aunque el caso ocurre lejos de su circunscripción, Adamsberg acepta ir a investigar a ese pueblo aterrorizado por la superstición y los rumores. Ayudado por la gendarmería local, por su hijo Zerk y por sus colaboradores habituales, tratará de proteger de su macabro destino a las víctimas del Ejército Furioso.


Mi estreno con Fred Vargas no ha podido ser mejor. Y desde luego me deja con muchas ganas de repetir. Pero espero en mi próxima parada con esta autora empezar por el principio y seguir el orden en  las historias  de este atípico comisario. Que últimamente parece que empiezo siempre la casa por el tejado...
La historia de El ejército furioso se desarrolla entre Normandía y París. Si en Normandía el comisario Adamsberg se topa con ese "ejército furioso" que se menciona en la sinopsis, en París, en su jurisdicción,  nuestro comisario está investigando un asesinato que parece implicar a gente de muy alta posición. El problema que tiene es que no tiene pruebas de nada. Y para buscarlas, tendrá que alejarse de la capital parisina. Y por esa razón aprovecha la presencia de ese ejército de muertos vivientes. Mejor oportunidad no se le puede presentar para irse de París. Y también tiene que reconocerlo finalmente: siente curiosidad...¿Muertos vivientes...? Así que las dos investigaciones van avanzando a la par, sin quitarle importancia la una a la otra. Y encima da tiempo para investigar asuntos menores, como quién ha podido ser el criminal que le ha atado las patas a una paloma... En esta comisaría no hay tiempo para el aburrimiento. Y es una de las cosas que más me han gustado de esta novela. Que el caso principal convive con otros casos menores. Que los delitos se siguen cometiendo. Como en la vida misma... Por desgracia...

Lo mejor de esta novela son sus personajes. Conocer al comisario Adamsberg y sus peculiaridades ha sido todo un acierto. Se aleja totalmente de la típica imagen de un comisario en una novela de estas características. Un hombre bajito, con un físico nada destacable y con un peculiar modo de investigar. Un modo que a los ojos de los demás parece torpe, parece no avanzar nada en su investigación, parece ir dando pasitos para atrás... Pero todo lo contrario. Que si no, no habría saga.

El problema de no empezar por el principio es encontrarte con el pasado de los protagonistas. Y aquí es evidente. Con el comisario Adamsberg conociendo ahora a un hijo que tiene ya 27 años. Un hijo que apareció por lo visto de forma sorpresa en el anterior libro, ya que ni el propio comisario sabía de su existencia. Así  que aún guardan muchos secretos el uno para el otro.

Todos los personajes de la comisaría tienen su particular encanto. Danglard, el erudito, que aprovecha la mínima ocasión para demostrar sus conocimientos; Veyrenc, con sus versos malos, pero con una rigidez en su conducta y un respeto a las normas intachable; Retancourt, una chica con aspecto de grandota, que sirve para todo, para la lucha o para cuidar con mimo a la paloma...  Un equipo inusual en el que todos saben cuál es la función que tienen en él. 

Humor y mucha ironía hay en esta novela, entretenida de principio a fin, y que tiene en sus personajes su mejor arma. Y es que la terminas y deseas ponerte con otras no sólo para resolver otro crimen, sino porque quieres conocer un poquito mejor a todos los protagonistas que desfilan por sus páginas, porque todos tienen aún mucho que decir.

viernes, 22 de junio de 2012

La primera luz de la mañana de Fabio Volo


Un día, de un modo natural, todo cambió. Y nada volvió a ser como antes(...) Todo el mundo de certezas y seguridades de Elena queda barrido y aniquilado cuando permite, por primera vez, que el deseo y la pasión irrumpan en su vida con una fuerza que jamás habría imaginado. Es un salto a lo prohibido que la obliga a replantearse su matrimonio y ese futuro tan ordenado y rutinario que sin querer se ha construido para complacer a todos menos a sí misma. Quizá merezca algo más. Quizá también ella tenga derecho a la felicidad. Basta con encontrar el valor para probar, para lanzarse sin miedo a equivocarse...«Durante años estuve esperando que mi vida cambiase, pero ahora sé que era ella la que esperaba que cambiase yo.




La protagonista de esta historia es Elena, absolutamente. Conocemos su historia a través de su diario. Conocemos la mujer que fue. Pero también percibimos la mujer que es ahora a través de comentarios que la propia Elena intercala entre las páginas de ese diario. Parece como si ella estuviera leyendo ese diario junto a nosotros y de vez en cuando nos contara qué opinaba de esa Elena que había dejado atrás. Una Elena que no se sentía feliz. Con un matrimonio que no le había traído la felicidad que ella esperaba. Un matrimonio al que le faltaba la pasión, al que le faltaba chispa. Un matrimonio que desde el principio se convirtió en una mera rutina, en una mera costumbre. El silencio llenaba la vida de Elena y Paolo, su marido. Faltaban las palabras, faltaban las miradas cómplices, faltaban los momentos de pasión que dan vida  a la vida. Así transcurría la vida de Elena, sin que pasara nada, sin que nada rompiera la monotonía de su vida, apagada, triste... Así es normal que en sus sueños, ella quisiera escapar de esa vida que nada le ofrecía. En sus sueños, porque en la vida real ella no es valiente. Parece tener miedo a vivir. Necesita tenerlo todo planificado, saber en todo momento lo que va a venir después. Aunque eso signifique la ausencia total de emoción en su vida.

Y así vive hasta que aparece alguien quien le hace comprender que aún puede ser feliz, que aún tiene mucha vida. Que le hace comprender que tiene que aprender a tomar las riendas de su vida, que tiene que aprender a tomar decisiones, aunque a veces sean equivocadas... Porque así es la vida. Porque siempre es mejor atreverse a hacer algo que queremos, que vivir lamentándose por no haberlo hecho. 

Pero esta novela tiene un "pero", al menos para mí. Y un "pero" que le perjudica mucho. Y es que ese despertar a la vida de Elena parece producirse  sólo a través del sexo. Y son muchas las escenas. Y a veces muy largas y explícitas. No deja nada a la imaginación del lector. Se recrea hasta en el más mínimo detalle, llegando a cansar tanta minuciosidad.  Ese alguien que aparece y le devuelve a la vida, del que no sabemos siquiera su nombre (¡qué importa!), parece estar ahí sólo para darle placer. Y a ella no le importa ni engañar a su marido. Parece vivir sólo para el sexo,  pero únicamente para el sexo que este personaje le descubre. No ve nada más allá de él. Porque cuando está en casa, junto a su marido, no soporta ni el más mínimo roce... Y aquí es donde el personaje empieza a fallar. Porque parece que ese despertar no es tal. Parece vivir sólo para el sexo, sólo para su amante. Sale de la vida rutinaria que le ofrece su marido para entrar en otra que sólo le proporciona placer sexual. Nada más. Y nada menos...

Pero los sentimientos empiezan a aparecer.  Y es cuando esta relación empieza a peligrar. Porque sólo había una cosa prohibida en esta relación: el amor. Así que cuando éste aparece... Mejor no cuento más, que me parece que ya he contado demasiado. Así que si quereis saber si ella ha aprendido la lección, ¡a leer el libro! Sólo voy a decir una cosa del desenlace. Que no me ha gustado. Es precipitado y poco consistente. Y no me deja finalmente con una buena imagen de nuestra protagonista. 

En definitiva, una lectura fácil y rápida, que sorprende por la capacidad que el autor muestra a la hora de plasmar los sentimientos y emociones de una mujer. Pero las continuas y explícitas escenas sexuales y ese fallido desenlace a mi gusto, hacen que esta historia, al final, pierda mucha fuerza. 




jueves, 21 de junio de 2012

Carmen vuelve a la carga!!!



Con un nuevo sorteo nos tienta Carmen. Y no con uno, con dos ejemplares de Las puertas de la eternidad, de Richard Dübell. ¿No conocéis la novela? Pues aquí os dejo la sinopsis:
Alemania, año 1250. Federico II ha muerto y el reino está conmocionado. Sólo una persona conoce el último secreto del emperador: Rogers de Bezeres, un cátaro que sigue la pista del misterio destinado a cambiar su vida para siempre.
Al mismo tiempo Elsbeth, una monja cisterciense, emprende la construcción de un nuevo convento en medio del solitario bosque de Steigerwald con la esperanza de evitar que Hedwig, su protegida, caiga en manos de la Inquisición. Cuando los habitantes del pueblo vecino y los ricos monjes del valle próximo se oponen a sus planes, Elsbeth, recurre a la ayuda de tres desconocidos, sin sospechar el verdadero motivo que condujo a Rogers y sus compañeros hasta ella.
¿Os tienta? Pues pasad por esta entrada de Carmen y participad en su concurso. Ahí están todos los requisitos para participar. El 13 de julio  es el último día para hacerlo. ¡Mucha suerte!!!

martes, 19 de junio de 2012

La ciudad de los ojos grises de Félix G. Modroño


    
La historia comienza en París, en ese mágico París de 1914, con una guerra que está transformando la ciudad pero que no impide que tenga su encanto. Un Paris por el que pasean personajes como  Picasso, Apollinaire, Max Jacob... Y en esta ciudad encontramos a Alfredo Gastiasoro, profesor de arquitectura, que procede de Bilbao, ciudad que le vio nacer, que le vio crecer, y de la que casi tuvo que salir huyendo. Huyendo de un amor, Izarbe, que pareció en un momento no corresponderle. Y huyendo de las últimas palabras que pronunció su madre antes de morir. Unas palabras que cambiaban su pasado, pero que luego descubriremos que afectarán a su futuro.

La Closerie de Lilas en París, sitio favorito para las tertulias

Pero Alfredo se verá obligado a volver a Bilbao cuando lee en la prensa la noticia de la muerte de Izarbe. Y una vez ahí, se enfrentará a una ciudad en la que no puede evitar sentirse extraño, una ciudad que le traerá muchos recuerdos de su pasado. Recuerdos a los que tendrá que enfrentarse. 

Y Bilbao es la gran protagonista de esta novela. Ni sus personajes ni su historia le roban el protagonismo a esta bella ciudad en ninguna de sus páginas. Y a través de los recuerdos de Alfredo, conoceremos ese Bilbao del pasado, más pequeño, más coqueto. Y cuando Alfredo vuelva al presente, observaremos ese Bilbao que está creciendo a pasos agigantados gracias a la industrialización. La población está aumentando, las urbanizaciones son cada vez más grandes, los emigrantes no paran de llegar buscando una vida mejor... Y muchos son también los intelectuales y artistas que se pasean por esta gran ciudad: Unamuno, María de Maeztu, Indalecio Prieto...  Cada página de este libro demuestra un amor inmenso por esta bella ciudad.

Pero no olvidemos la historia. Una vez en Bilbao, Alfredo contará con la ayuda de un amigo de la infancia, el comisario Zumalde. Y descubrirá que la muerte de Izarbe no fue un accidente. A partir de ese momento, descubrir quién fue el causante de su muerte se convertirá en su objetivo. Pero a cada paso que da por Bilbao, el recuerdo de Izarbe está en su mente. Y recordará cómo fue su relación con ella. Y se preguntará qué motivos tuvo para abandonarle y casarse con su hermano. Y recordará también a su madre. Y con estos recuerdos volverán sus temores acerca de sus orígenes, no muy claros. Y poco a poco, con una prosa sencilla, fluida, envolvente, el narrador nos irá dando las respuestas a cada pregunta, aunque sabrá mantener el gran secreto que ocultan las páginas de esta novela hasta el final.

Difícil es encuadrar esta novela dentro de un sólo género. Presenta rasgos de la novela histórica, de la novela negra y de la novela romántica, sin llegarse a inclinar más por unos que por otros, manteniendo siempre un perfecto equilibrio entre todos.

Y termina esta novela como empezó, con Alfredo en París, veintiseis años después. Si la ciudad estaba al principio de la novela en los inicios de la Primera Gran Guerra, ahora se enfrenta a la Segunda Guerra Mundial.  Y escoge Félix G. Modroño un día simbólico, el 15 de junio de 1940, un día después de la invasión alemana de París. Un día gris en la historia de la ciudad, en la historia del mundo. Un día gris, como los ojos de Izarbe. Gris, como la vida que llevó Alfredo desde que se marchó de Bilbao. 



Fotos: http://www.yodebilbao.com/pub/imag/fotos/2578_ARENAL_g.jpg
          http://www.wiu.edu/Apollinaire/La_Closerie_des_Lilas_400.jpg
          http://www.revistadeletras.net/wp-content/uploads//2011/10/paris1940.jpg

sábado, 16 de junio de 2012

Y pasamos este mes con Mayte Esteban

Y es que Tatty vuelve a la carga con su iniciativa Un mes, una autora, dedicándola esta vez a una persona muy querida en este mundo de los blogs, Mayte Esteban. Ya había disfrutado anteriormente de la prosa de Mayte gracias a La arena del reloj, novela que emociona y que te lleva a tus propios recuerdos. No son muchos los autores que pueden presumir de lograr esto. Así que esta oportunidad que nos ofrece Tatty no pienso desaprovecharla y voy a seguir conociendo su obra. Esta vez me inclino por El medallón de la magia, una novela de corte fantástico, que podrá no emocionarme como la otra por su temática, pero que promete entretener bastante. Y si aún no conocéis a Mayte, pasad por esta entrada de Tatty donde se puede leer un pequeño relato suyo, donde revela ya gran parte de su calidad literaria.

Os dejo la sinopsis de cada uno de sus libros: 

¿Qué pensarías si de repente te enteras que has heredado una casa? ¿Y si en esa casa vive el fantasma de un soldado de Felipe IV? Amanda, una adolescente de dieciocho años, recibe una herencia de una tía abuela a la que no conoce, una mansión ruinosa cerca de Toledo. Dentro de la casa, protegiendo una fabulosa colección de libros antiguos habita el espectro de Alonso, quien transmite a Amanda una misión que debe cumplir: recuperar un medallón mágico que lleva perdido siglos. Tiene que ser ella porque solo una bruja de su estirpe puede cumplir el encargo. Claro que Amanda deberá primero convencerse de que es una bruja.







 Esta novela, escrita en tono de comedia, cuenta el lío en el que se mete Paula, una adolescente de 19 años, cuando se inventa un novio para escapar de la obligación de quedarse con sus hermanas pequeñas. Su amiga Ana, para ayudar, le propone que alquile a un chico. A partir de ahí todo se complica, porque el chico que alquilan no es exactamente, un desconocido.

Fue la primera novela que logré terminar (me las dejaba todas a medias, abandonadas por cualquier lado). Nunca pensé en publicarla porque me parecía más un ensayo sobre lo que podía hacer que algo maduro del todo, pero al leerla años después me di cuenta de que merecía la pena darle su oportunidad.


Quienes se sumergen en la historia, siempre me cuentan lo mismo: que no pueden dejar de leer hasta que se acaba y que se les ha hecho corta. ¿Quién sabe? A lo mejor tú eres uno de ellos. ¿A qué estás esperando?


 A veces la vida se complica tanto y en tan poco tiempo que necesitamos repasar lo vivido, para confirmar que, definitivamente, vivir merece la pena.

Escrita a dos voces, La arena del reloj pone el acento en las cosas importantes de la vida, en los pequeños detalles que configuran nuestra existencia. El tono narrativo, distinto para cada voz, seduce y arrastra al lector, de modo que resulta casi imposible abandonar el relato antes de terminarlo.


Este es un libro muy personal, absolutamente distinto en todo al anterior. Es un viaje interior, una despedida, la necesidad absoluta de asumir que somos mortales y que, la mayoría de las veces, nos preocupamos por lo accesorio.

La arena del reloj habla de amor, de vida y de muerte. Habla, en definitiva, de la vida misma.


Creo que fue un intento absurdo de vencer a la muerte, o tal vez, como la Sherezade de Las Mil y una Noches, aplazarla. Tal vez si el cuento estaba inconcluso se podría esperar un día más...

¿Os animáis a participar? ¿Sí? Pues pasad por esta entrada de Tatty y apuntaros, que seguro que lo vamos a pasar genial de nuevo en esta iniciativa. Y lo más importante, vamos a disfrutar de las lecturas. ¡Gracias Tatty! ¡Y gracias Mayte por tu generosidad!

martes, 12 de junio de 2012

La Residencia de Estudiantes de Yoko Ogawa

Creo que haber visto más de una reseña negativa de este libro me ha hecho disfrutarlo al final más de lo que esperaba. Y aunque iba advertida de ese final tan desconcertante, no he podido evitar sentirme descolocada ante él. Y volverlo a leer para intentar comprender mejor ese final, ese desenlace. Porque son muchas las interpretaciones que se le puede dar. Pero tampoco esto me disgusta. A veces me gusta que el autor deje esa libertad al lector de decidir cuál puede ser el final de la historia que cuenta. Y así cada uno nos quedamos con el final que más nos guste... o nos convenza.

Pero empecemos por el principio. Volvemos a encontrarnos a tres protagonistas, como en La fórmula... No conocemos el nombre de ninguno de ellos. Tenemos a la narradora, que un día recibe la llamada de su primo, al que no ve desde hace años. Su primo se pone en contacto con ella para preguntarle por la Residencia de Estudiantes donde ella estuvo. Esta llamada parece despertarle del letargo en el que vive. Vive sola, esperando una llamada de su marido, que está en Suecia trabajando. Su futuro está en ese lejano país, pero no le hace ilusión alguna. Así que la llega de su primo a la ciudad parece despertarla. Los preparativos para la entrada de su joven primo en la Universidad y en la residencia le dan una vida que parecía no tener antes. Rompe con su monotoní, con su aburrimiento. Una monotonía que amenaza con volver cuando su primo ingresa defintivamente en la Residencia, firmando un curioso contrato:

Pero esta vez ella quiere enfrentarse a esa rutina, parece querer rebelarse contra ella. E irá continuamente a la residencia para ver a su primo, pero nunca logrará encontrarse con él. No volverá  a aparecer este personaje en el resto de la novela.

Ahora los diálogos los mantendrá con el sensei, que es como el director de la Residencia, un anciano aquejado de una extraña enfermedad. Y poco a poco, Ogawa irá cambiando la atmósfera de la novela. La Residencia de estudiantes no tiene nada que ver con la la residencia que ella conoció. Parece haberse contagiado de la decrepitud del anciano sensei. Y está casi abandonada, en precarias condiciones. Y si a esto le sumamos la desaparición reciente y sin explicación de un joven estudiante recientemente, el aire que rodea a esta novela va convirtiéndose poco a poco en un aire más asfixiante, más cargante, más angustioso... Y el primo sigue sin aparecer. Siempre hay algún motivo por el que no está en la residencia. Y la fijación del sensei por el físico, por la anatomía de sus residentes, preocupan a nuestra protagonista, hasta empezar a sospechar. 

Y llegamos a ese final, sorprendente, decepcionante para los que buscamos que todo tenga una explicación, pero que no te deja indiferente. Y que haces que vuelvas a leer las últimas páginas para rescatar aquellos elementos que te den pistas de cuál puede ser ese posible final. Un final que es comentado en muchos sitios y que de otro modo, quizás no hubiera despertado interés ninguno.

La soledad vuelve a estar presente en esta novela de Ogawa. Parece obsesionar este tema a la autora. Pero lo hace siempre con una prosa sencilla, fluida, cercana. Una prosa que es imposible dejar de leer.  Una prosa que vuelve a conquistarme.

domingo, 10 de junio de 2012

¡Muuuuchos sorteos!!!

Francisco de Un lector indiscreto se anima con su primer sorteo. El sorteo consiste en un pack de dos libros: Corazón y Ciencia, de Wilkie Collins y Montecore, Un tigre único, de Jonas Hassen Khemiri. El plazo para participar termina el 15 de junio. Más información aquí.






 Blair de Mis lecturas de cabecera celebra haber alcanzado los 200 seguidores y sortea también dos ejemplares: El horizonte de Keops de José Ignacio Velasco y La conjura de Córdoba de Juan Kresdez. El plazo para participar termina el 20 de junio. Más información aquí.










Mientrasleo celebra haber llegado a los ¡1000 seguidores!!! Una cifra mareante... Y más que merecida con el extraordinario trabajo que realiza en su blog. Y lo celebra por todo lo alto sorteando un e-reader!!!  El plazo para participar termina el 10 de julio. Más información aquí







Shaka Lectora también celebra su primer sorteo en el blog. Podemos ganar un ejemplar dedicado de La tribu maldita de Victor Fernández Correas. El plazo para participar termina el 30 de junio. Más información aquí.












Pakiko también se anima con su primer sorteo. En su caso el libro que sortea es El amor que nunca llegará de Carlos Alberto Romero. El plazo para participar termina el 18 de junio. Más información aquí










Emma Bovary de Loca por leer también celebra haber alcanzado los 100 seguidores con un sorteo. En este caso, el premio consiste en una novela por valor máximo de 23 euros, así que deja un margen muy amplio para escoger... El plazo para participar termina el 3 de julio. Más información aquí.










Little Emily de Reading at the moonlight celebra sus 50.000 visitas y realiza un sorteo con dos premios: El segundo premio será un ejemplar del libro de Virginia Woolf Una habitación propia, uno de esos libros que hay que leer. Y el primero... será totalmente a libre elección del ganador, eso sí, a condición de que sea capaz de encontrarlo y que no sobrepase los 20 €. El plazo para participar termina el 3 de julio. Más información aquí.




Lady Boheme de Leo, luego existo, se anima con un nuevo sorteo, esta vez digital. Se trata de la nueva novela de Sergio G. Ros, Luciano Wong. Mâ. El plazo para participar termina el 29 de junio. Más información aquí.










Xula de Caminando entre libros, está de nuevo de sorteo. Esta vez son dos los ejemplares que sortea de La Saga de los Longevos de Eva García Sáenz. El plazo para participar termina el 24 de junio. Más información aquí.








Carla de Confesiones de una bibliófila, también celebra sus 100 seguidores con un sorteo. Y en su caso, habrá un único ganador que tendrá que  escoger un ejemplar entre estos cuatro libros: El circo de la noche de Erin Morgenster, La probabilidad estadística del amor a primera vista de Jennifer E. Smith, La librería de las nuevas oportunidades de Anjali Banerjee y Siempre tuyo de Daniel Glattauer. El plazo para participar termina el 30 de junio. Más información aquí.


¡¡¡Mucha suerte a tod@s!!!





jueves, 7 de junio de 2012

De Laky a Tatty... (¡incansables estas dos chicas!)


Cuando Natalie Ward recibe la noticia de la enfermedad terminal de su madre Nettie, no duda en regresar a su pueblo natal, en la pequeña localidad canadiense de Atwood, tras más de treinta años de ausencia. En el largo viaje de autobús que emprende desde Vancouver, rememora su idílica infancia y los acontecimientos que en 1968 le cambiaron la vida, y la de su familia.
Entonces ella vivía en la granja familiar con sus padres y sus cuatro hermanos varones. Pero un caluroso día de julio, al entrar el joven River por primera vez en su jardín, comprendió que todo cambiaría. River, que representaba un mundo libre de conservadurismos opuesto a lo que había vivido hasta entonces, entró a trabajar en la granja y se ganó en poco tiempo el cariño de la familia y especialmente la admiración de Natalie. Pero, a partir de ese momento, también se empezó a tambalear su estable vida familiar.

¿Os gusta? Pues si os apetece leer este libro, Tatty de El universo de los libros nos lo pone muy fácil. Porque de nuevo nos trae un sorteo + lectura conjunta. Son dos los ejemplares que se sortea. Para participar en el sorteo tenemos hasta el 15 de junio. Para apuntarse a la lectura conjunta hasta el día 30. Y las reseñas empezarán a salir a partir del 16 de julio, a razón de una al día. ¿Queréis saber más? Pues pasad por aquí, que Tatty lo explica mucho mejor que yo.
¡¡¡Mucha suerte!!!

miércoles, 6 de junio de 2012

La tregua de Mario Benedetti

 Hace veinte años se me murió alguien. Pero no se murió con esta muerte. Simplemente, se fue. Del país, de mi vida, sobre todo de mi vida. Es peor esa muerte, se lo aseguro. Porque fui yo quien pedí que se fuera y hasta ahora nunca me lo perdoné. Es peor esa muerte, porque una queda aprisionada en el propio pasado, destruida por el propio sacrificio"
 

Tenía una deuda pendiente con Benedetti. Y es que cada vez que me acerco a su obra, sólo lo hago a su poesía. Muy poquito a su prosa. Lo hice una vez, hace tiempo, con Andamios, una obra que también recomiendo. 

Pero volvamos a La tregua. Una novela que se desarrolla en Montevideo. Una novela  que se presenta en forma de diario, escirto por Martín Santomé, un hombre a punto de jubilarse, con 49 años, con tres hijos ya adultos, viudo. La vida parece que ya ha terminado para él. Todo es una rutina, todo una monotonía. Sólo esperando que llegue ese momento de jubilarse. 

Este diario que nos ofrece Benedetti no abarca un largo plazo de la vida de Martín. Sólo abarca ese último año antes de jubilarse. Pero son muchas las ocasiones que Santomé aprovecha para contarnos momentos de su pasado, con lo que vamos conociendo poco a poco su vida al completo. Y lo más importante, vamos conociendo sus pensamientos, sus reflexiones sobre la vida, sobre el amor, sobre las condiciones políticas y sociales de su país... Uys, un detalle que casi se me olvida. La novela se sitúa en un año cualquiera de la década de los 50. Y nos ofrece el autor una visión muy completa y real del Uruguay de esos años. Así, nos habla de la corrupción política, con fuertes críticas a la situación de su país; de la corrupción de la Administración, que se evidencia en el simple hecho del querer aligerar la jubilación de nuestro protagonista; la prensa tampoco se salva al hablar de corrupción; y tampoco podía faltar en esta crítica las grandes empresas:

Sábado, 17 de agosto
Esta mañana estuve hablando con dos miembros del Directorio. Cosas sin mayor importancia, pero que alcanzaron, sin embargo, para hacerme entender que sienten por mí un amable, comprensivo desprecio. Imagino que ellos, cuando se repantigan en los mullidos sillones de la sala de Directorio, se deben sentir casi omnipotentes, por lo menos tan cerca del Olimpo como puede llegar a sentirse un alma sórdida y oscura. Han llegado al máximo. Para un futbolista, el máximo significa llegar un día a integrar el combinado nacional; para un místico, comunicarse alguna vez con su Dios; para un sentimental, hallar en alguna ocasión en otro ser el verdadero eco de sus sentimientos. Para esta pobre gente, en cambio, el máximo es llegar a sentarse en los butacones directoriales, experimentar la sensación (que para otros sería tan incómoda) de que algunos destinos están en sus manos, hacerse la ilusión de que resuelven, de que disponen, de que son alguien. Hoy, sin embargo, cuando yo los miraba, no podía hallarles cara de Alguien sino de Algo. Me parecen Cosas, no Personas. Pero, ¿qué les pareceré yo? Un imbécil, un incapaz, una piltrafa que se atrevió a rechazar una oferta del Olimpo. Una vez, hace muchos años, le oí decir al más viejo de ellos: "El gran error de algunos hombres de comercio es tratar a sus empleados como si fueran seres humanos”. Nunca me olvidé ni me olvidaré de esa frasecita, sencillamente porque no la puedo perdonar. No sólo en mi nombre, sino en nombre de todo el género humano. Ahora siento la fuerte tentación de dar vuelta a la frase y pensar: "El gran error de algunos empleados es tratar a sus patrones como si fueran personas". Pero me resisto a esa tentación. Son personas. No lo parecen, pero son. Y personas dignas de una odiosa piedad, de la más infamante de las piedades, porque la verdad es que se forman una cáscara de orgullo, un repugnante empaque, una sólida hipocresía, pero en el fondo son huecos. Asquerosos y huecos. Y padecen la más horrible variante de la soledad: la soledad del que ni siquiera se tiene a sí mismo.

Y con este fondo, Benedetti nos ofrece una gran historia de amor. La historia de Santomé con Laura Avellaneda, una muchacha mucho más joven que él. Esta relación supone para Santomé una tregua de su rutina, de su monotona vida. Laura le dará razones para seguir viviendo, para seguir disfrutando de la vida, a pesar de la incertidumbre de los primeros momentos. Temerá el rechazo de sus hijos, a causa de esa diferencia de edad, temerá el rechazo de la sociedad... Pero pasados esos primeros escollos, la felicidad llegará por fin a su vida.

Ella me daba la mano y no hacía falta más. Ella me daba la mano y eso era amor.

 Pero esta tregua durará poco. Volverá Santomé a su vida gris, a su monotonía, a vivir de los recuerdos, a vivir una vida que apenas es vida. Y para saber el por qué de esa breve tregua, leed el libro. Disfrutad de la maaestría de Benedetti transmitiendo sentimientos, reflexiones y emociones. Y disfrutad descubriendo a un gran personaje como es Santomé. Merece mucho la pena conocerlo.

Ahora las relaciones entre Dios y yo se han enfriado. Él sabe que no soy capaz de convencerlo. Yo sé que Él es una lejana soledad, a la que no tuve ni tendré nunca acceso. Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos.